Opinión: LE ESTÁN OCUPANDO LA CASA EN ESTE MOMENTO

María Marín, portavoz de Podemos en la Asamblea Regional

María Marín, portavoz de Podemos en la Asamblea Regional.

Si está usted leyendo este periódico en una cafetería, en el trabajo o en un parque y ha dejado su casa vacía, lo más probable es que se la hayan okupado. Es posible que su casa ya no sea suya, que ahora ahí viva otra familia, perro y canario incluidos. Así nos lo hacen saber cada mañana las dos principales conductoras de programas televisivos en los que este verano, entre anuncios de bancos y empresas de alarmas, nos han ido contando la cruda realidad de lo que ocurre en España con la vivienda: en lo que te descuidas, ¡zas! se te cuelan unos okupas. Que el código penal prevea que eso no sería ocupación, sino allanamiento de morada, y que el desalojo sea inmediato, es lo de menos. Que la mayoría de casos de ocupación se produzcan en vivienda deshabitada (esto es, que no sea primera o segunda residencia de nadie), una minucia. Que esa vivienda vacía, cuyo único objetivo es la especulación, esté en manos de los mismos bancos que rescatamos con miles de millones de euros de las arcas públicas, y que son además accionistas de esas cadenas, una casualidad. El problema del verano son los okupas que se meterán en la casa que no tienes durante vacaciones que no te puedes permitir.

Deberíamos hacer un alto en el camino y plantear si estamos enfocando bien este asunto como sociedad. ¿Hay un problema general y extendido en cuanto a la ocupación? No. La ocupación de viviendas es un síntoma. El problema no es que alguien ocupe una vivienda vacía, sino que hay miles de familias a las que durante esta última década se ha desalojado de sus hogares sin ninguna alternativa habitacional. El problema es que no hay opciones para que los jóvenes puedan emprender un proyecto de vida que incluya acceder a una vivienda en condiciones dignas. El problema es la vivienda, no los okupas.

¿A qué se debe entonces esta campaña veraniega? Cuando comenzó la crisis del coronavirus, el Gobierno de España prohibió los desahucios de vivienda habitual. Ahora, cuando es evidente que enfrentamos un periodo difícil para la economía, la banca quiere volver a salvar sus beneficios a costa de sumir en la absoluta miseria a miles de familias. En la anterior crisis, la sociedad civil se puso de parte de los desahuciados. Era sencillo empatizar con familias a las que se dejaba en la calle. Por eso, ahora están poniendo la venda antes que la herida. Necesitan que las personas más vulnerables sean percibidas como indeseables, un peligro. Quieren que la pobreza sea un crimen. Solo una sociedad consciente y despierta podrá evitar que un drama social como éste se convierta en un arma de propaganda contra las propias víctimas. No nos dejemos engañar.

Artículo publicado en el diario La Verdad de Murcia.