25 Nov 2016 A propósito del 25 de noviembre
Desde que en año 1999 la ONU diera carácter oficial al 25 de noviembre (25N) como Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer lo cierto es que las cifras de agresiones y asesinatos machistas no han dejado de crecer, llegando en este momento en España a la cifra de 92 mujeres asesinadas este año tras el último caso acaecido en León en una mujer de 54 años.Por tanto, nos vemos obligadas a salir a la calle un año más a denunciar la persistencia de la discriminación sistémica de la mujer y la falta de inversión para la lucha contra la violencia machista.
Muchas voces desde la sociología, han puesto de manifiesto que esa supuesta falta de medios, fruto de la estafa a la que venimos siendo sometidos desde 2008 para salvar a los poderes financieros a costa de nuestros salarios, constituye un estado de precariedad donde la desestructuración social se ha hecho palpable. Es lo que se han empeñado en hacernos creer todos estos años que era un requerimiento imprescindible para salvar nuestra economía, imponiendo además una drástica reorganización de las relaciones laborales.Esta precarización social y económica constituye un problema político actual de primer orden en nuestro país, donde existen grandes colectivos sociales fragmentados, desestructurados, desposeídos de voz y sin que nadie haya defendido sus intereses.
Esta situación ha afectado especialmente a las mujeres, los recortes en sanidad, educación y dependencia, han llevado a que muchas mujeres tengan que cuidar de sus familias en sus hogares, guarderías a precios inasequibles, escasez de centros de día para mayores, ayudas para discapacitados que no llegan, han hecho que la mujer tenga que volver a recluirse en el ámbito doméstico.
Hoy día, Patriarcado y Neoliberalismo se dan estrechamente la mano para volver a reforzar la división sexual del trabajo, orientando a las mujeres una vez más como moneda de cambio, hacia lo privado y hacia los cuidados, como ha venido sucediendo periódicamente desde la I G.M.
Durante estos últimos años la mujer se ha vuelto a ver relegada al ámbito de lo doméstico y unida a esta situación va de la mano la violencia machista, que es una violencia disciplinante, que obliga a guardar las normas marcadas por los hombres y que conlleva, alejamiento de la esfera pública, relaciones de dependencia económica familiar o de pareja, todo ello en un intento del neoliberalismo de restablecer los más antiguos códigos patriarcales que hemos ido poco a poco venciendo las mujeres tras tres siglos de luchas feministas, articulando nuevas y cada vez más perversas formas de subordinación, aumentando la explotación laboral y la feminización de la pobreza.
El feminismo actual debe enraizar más en las políticas antineoliberales y antipatriarcales creando espacios comunes de encuentro, para, juntas, idear estrategias que desarticulen ese nuevo rol de subordinación y explotación laboral de la mujer, necesario para el crecimiento de los grandes mercados financieros, a costa de la desvalorización de nuestro trabajo.
En definitiva, creo que es fundamental poner en el centro de nuestros objetivos, las políticas sociales y dentro de esas políticas sociales, las políticas de igualdad y de lucha contra la violencia machista, que lleve aparejada la revalorización de una cultura propia de la mujer, una cultura que reivindique esos tres siglos de lucha por nuestros derechos, creando un poder hegemónico en el dominio de lo político.
Contra la violencia machista, violación de los derechos humanos, educación+prevención #NosQueremosVivas #25N2016 https://t.co/Eom3kR805j
— María Marín (@MariaMarinMart) 25 de noviembre de 2016
María Marín es Secretaria de Igualdad de Podemos en la Región de Murcia
Artículo publicado en eldiario.es/murcia el 25 de noviembre de 2016.