Plan de Impulso a la Cultura; Humo y Regadera

Secretario de Cultura y Formación de Podemos Región de Murcia.

La última semana, en medio de la tormenta política regional por la imputación de PAS, el gobierno lanzó por boca de su portavoz, Noelia Arroyo, una densa cortina de humo cultural. De una parte, el llamado Plan de Impulso a la Cultura, y de otra el apaño improvisado por disimular su fracaso político con el SOS 4.8, a partir de ahora el WAM.

En Murcia cuando no se tiene ni idea de qué se lleva entre manos, cuando la política cultural olvida a los agentes sociales o culturales de la región, florecen improvisados planes de propaganda que a rebufo del reciente carnaval se disfrazan de impostada política cultural. Así se anunció a bombo y platillo este pretendido plan de impulso el pasado martes 28, y el WAM el jueves 2 de marzo.

• El plan pretende, dice la consejera, convertir la cultura en motor de crecimiento, ahí es nada. Y toma como lema un ambicioso objetivo: «más cultura, todo el año y en todas partes». Sin embargo no incluye ni una sola medida real, factible, evaluable para conseguir tal meta.

• La propuesta es tan etérea que no existe más documento oficial que lo expresado en la preceptiva rueda de prensa. Existe una suerte de «Guía para invertir en Cultura y Deporte», ya anunciada hace un año, ni siquiera mencionada en tal la rueda de prensa. Aunque a buen seguro la CARM distribuirá diversas notas informativas y estirará su oportuna presencia en los medios durante un tiempo, que es de lo que se trata.

• Se vanagloria el plan de ser ejemplo de participación ciudadana y transparencia. Genial impostura que entiende por participación ciudadana una supuesta página presentada con estivalidad y alevosía en plena calima de agosto a fin de recoger demandas ciudadanas.

• Seguro que en un sector cultural tan amplio como precarizado, muchos acudieron a reuniones. Lo suficiente para hacer promesas, tomarse fotos y justificar el nuevo mantra popular de la participación.

• La percepción que nos comunican todos los representantes del sector con quienes hemos hablado desde esta Secretaría Regional de Cultura, no puede ser más desoladora: precariedad y más precariedad, promesas incumplidas una y otra vez, sugerencias desatendidas, improvisación, desconocimiento y desinterés; y una estepa cultural murciana a juego con la aridez de nuestro paisaje.

• De novedoso tiene poco el nuevo plan, pues recoge en un simpático paquetito ideas e intenciones anunciadas lo largo del pasado año. Que si las medidas fiscales para impulsar el mecenazgo, que si el impulso del patrimonio religioso ligado al turismo.

• Los magros quince millones anunciados sirven a múltiples propósitos, desde deporte hasta fomento del turismo.

Alguien del sector ha rebautizado con gran acierto, este improvisado y socorrido plan de impulso como plan regadera.

De una parte, el plan serviría para poco más que dar un suave riego sobre el desierto cultural murciano, con unos dineros que posiblemente se evaporen entre unas pocas manos antes de llegar al sediento tejido cultural.

De otra, sugiere un plan atolondrado, impostado e improvisado. Un alocado despropósito para unos agentes culturales que sienten que la errática política cultural murciana se comporta como una regadera.

Un ejemplo, al día siguiente se publicaba en el BORM una convocatoria para Artes Escénicas. Si verdaderamente hubieran escuchado al sector teatral, tales ayudas se convocarían con un criterio temporal acorde con una temporada teatral que empieza en septiembre y acaba en mayo. Como se convocó, todo acaba concentrándose en los tres meses de otoño.

Resulta reveladora la pobre foto de la consejera con ciertos agentes culturales murcianos que publica un diario regional. Ni de lejos están todos los que son, ni son todos los que están.

Es una foto bien triste en la que obviamente hay alguna persona que, comparta o no el fondo real de la propuesta, tenía que estar. Los hay que manifiestan en redes que no sabían a qué iban. Y por último se ven caras de ciertos empresarios que más parecen representantes de algún pequeño lobby empresarial local que representantes relevantes del ramo.

Algunos agentes culturales están cansados de repetir una y otra vez las mismas propuestas, y de ver una y otra vez desatendida su buena disposición.

El escaso dinero público disponible para cultura puede y debe emplearse al servicio del mantenimiento del mermado tejido cultural local. Y debe hacerse con participación y transparencia.

Ni existe la menor voluntad de cambiar interesados hábitos adquiridos y asentados durante años de inexistentes políticas culturales del PP dignas de tal nombre.

La política cultural de la Región sirve para poco más que para lucir sonrisa, garantizar fotos, presencia mediática y alimentar alguna red clientelar.