Feminismo o miedo

María Marín, diputada de Podemos Región de Murcia

/FEMINISMO o MIEDO/ Desde la irrupción de Vox en las instituciones, el escenario político en nuestro país y especialmente en nuestra región se ha tensionado, algo acrecentado por la crisis del coronavirus. Crisis como las que vivimos son una oportunidad de oro para la extrema derecha. Por eso, justo en este momento, es más necesario que nunca profundizar en un feminismo activista y antifascista, que marque de nuevo el debate sobre los servicios públicos y un nuevo orden para el sistema global de cuidados.

El fascismo crece sobre todo debido al miedo generalizado ante la incertidumbre vital que supone no saber qué vamos a hacer con nuestras vidas, si vamos a tener trabajo o no, si tendremos una pensión digna, etc. El miedo genera fantasmas, paraliza la razón y hace a los individuos replegarse sobre las salidas más fáciles, como culpar al que aún es más débil que tú.

La alt right ha sabido también vender muy bien una imagen moderna feminizada. La mayoría de partidos ultraderechistas en Europa tienen al frente o en puestos de responsabilidad a mujeres que aseguran defender a otras mujeres. Sin embargo, sus lemas esconden propuestas que solo defienden a un determinado tipo de mujer, a la que cumple sus cánones, a la que se amolda a unos roles de género trasnochados, los mismos que nos han subordinado durante siglos: la maternidad, el cuidado del hogar, etc. La tragedia del obrero de derechas se repite en las mujeres que defienden la sumisión a los dictados del patriarcado, un “orden moral en el que las mujeres somos las grandes perdedoras”, como dice Bea Gimeno.

El feminismo es un arma poderosa contra el miedo y la sumisión, porque nosotras conseguimos que eso de poner la vida en el centro no sea una frase hecha, sino una agenda política que implica un cambio revolucionario en la vida social y en el universo de los cuidados. El feminismo pone en el centro la vida y hace tambalearse también los principales pilares de la ultraderecha sobre la sexualidad, la familia o la patria. Por eso provoca tanta urticaria ultra. Las feministas somos el enemigo a batir, caricaturizadas y vilipendiadas. Las mujeres somos continuamente interpeladas, obligadas a justificarnos, a defender de nuevo derechos que creíamos conquistados tras muchos años de lucha.

Este odio no es casual. Fascismo y Feminismo son alternativas radicalmente opuestas frente a un mismo proceso de crisis mundial y precarización de la vida de sectores cada vez más amplios de la población. Con salidas muy distintas. Los fascismos instigan la lucha del último contra el penúltimo. Sus respuestas pasan por proteger los intereses de unos pocos privilegiados y hacerte creer que formas parte de ellos. La alternativa solo puede ser más feminismo, un proyecto de vida que intenta crear más solidaridad y extender los derechos para todos. De nosotras depende en gran parte la salida que la sociedad va a tomar en esta encrucijada. El futuro.

Artículo publicado en el diario La Verdad.