El campo está abierto

Óscar Urralburu Arza. Secretario General y portavoz en la Asamblea regional

Óscar Urralburu Arza, Secretario General de PRM.

En los últimos ocho años han pasado muchas cosas de cuya adecuada interpretación va a depender el devenir político del país. El 15M, la lucha ejemplar de la PAH, las Marchas de la Dignidad y, en definitiva, la sucesión de movilizaciones contra el austericidio impuesto desde Bruselas, sintomatizaron el profundo malestar de sociedad española. De esta situación nació la hipótesis Podemos. La construcción de una herramienta política pensada para provocar el cambio histórico que la sociedad estaba reclamando en un ciclo electoral tan corto como intenso. En poco más de un año y medio, Podemos ha afrontado diversas batallas electorales con resultados sorprendentes pero que, en el último esprint, no han satisfecho todas las expectativas que una amplia mayoría social había depositado en el proyecto.

El empate catastrófico del pasado 20D, y su reedición el 26J, ha terminado por inclinar la balanza hacia un proyecto continuista. Es fundamental analizar qué ha pasado desde diciembre hasta hoy para aprender de los errores, pero además tenemos que ser conscientes de que encaramos ahora un cambio de ritmo. Hemos llegado a las instituciones de una forma incontestable. Estamos presentes en miles de ayuntamientos, en parlamentos autonómicos, en el Parlamento Europeo, en Juntas Generales, Cabildos y Mancomunidades, en el Senado. Disponemos de 71 diputadas y diputados en el Congreso, y con todo ello debemos afrontar el trabajo institucional como lo hemos venido haciendo hasta la fecha: sin complejos, sin miedos, demostrando que nuestras medidas no solo son más justas e igualitarias sino que, precisamente por eso, son más eficaces y más productivas.

Para seguir siendo el partido del cambio en España, Podemos tiene que demostrar aún más nuestra presencia en la sociedad y en los territorios. Tenemos la responsabilidad de organizarnos más y mejor, de enraizarnos aún más en nuestros barrios, ciudades y pueblos, de seguir teniendo la piel sensible a las cosas que pasan en nuestras calles, y sobre todo tenemos que dar un salto de calidad. Somos la generación más formada de este país, Podemos es una clara muestra de eso, pero el trabajo institucional precisa formarnos aún más y prepararnos aún más para marcar diferencia. Sin ese aprendizaje serio y maduro, el país no nos dará su confianza.

La hoja de ruta es compleja pero apasionante. Para llevarla a cabo toca ahora descentralizar los debates, las decisiones y los recursos, federalizar aún más nuestra organización, y atraer a especialistas, profesionales y expertos que aún no se han sumado al proyecto pero que están en nuestra órbita programática, es decir, que observan el futuro como nosotros y nosotras.

Más allá de las etiquetas ideológicas, nuestro proyecto es ese: un análisis riguroso, el conocimiento y la determinación al servicio de un modelo de país y de Estado que mire al futuro. Depende de nosotros y de nosotras que ese futuro se parezca más a nuestras ilusiones que a nuestros miedos. Sin duda, la solvencia y la pasión vencerán al miedo. Podemos hacerlo. Ganar una mayoría requiere de virtudes nuevas, entre otras crear un partido capaz de dar respuestas sistemáticas y técnicas a los problemas que nos tocará afrontar, pero sobre todo, seducir a los que todavía faltan por llegar. El campo está abierto.

Artículo publicado originalmente el 21/07/2016 en La Verdad

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